Cuando esperaban el despegue económico, les sobrevino el aterrizaje. Es lo que sienten los pequeños empresarios de Bogotá quienes resaltan que las medidas de cuarentena pueden detener el comercio y el tránsito de personas, pero no detienen los pagos de arriendos, servicios y proveedores.
“Y obvio, detienen también las ventas; pero yo tengo que pagar arriendo y servicios, venda o no venda”, dice Maribel quien tiene una panadería ubicada sobre la carrera 13 con calle 13 del centro de Bogotá.
Cuenta además que al inicio de la pandemia cerró por más de un mes; luego abrió nuevamente y cuando empezaba a recuperarse fue decretado un nuevo aislamiento.
En cuadras arriba y cuadras abajo, hay ferreterías, perfumerías, parqueaderos, almacenes de ropa y todos están cerrados. En el recorrido encontramos abierto un negocio de productos naturales, no había clientes.
José, el administrador comenta que ellos hacen parte de las excepciones, sin embargo, la cuarentena los afecta porque están ubicados en una zona donde todo está en aislamiento y es poca la circulación de personas.
Cerca de su negocio está el de don Pedro, quien vende guitarras. Una vez más tuvo que cerrar; lo encontramos justo cuando aseguraba con candados las puertas; prefirió no hablar. De vecino, tiene al señor Wilson, quien distribuye productos agrícolas, pecuarios, y concentrados para animales.
“Los comerciantes de esta zona también son nuestros clientes, pero ahora no pueden abrir. Por más que nos esforcemos no son las mismas ventas que teníamos tiempo atrás”, explicó.
La soledad del centro de Bogotá es un reflejo de lo que ocurre en otros sectores. En algunas esquinas resalta el color verde de los uniformes de los policías quienes están atentos al cumplimiento de las medidas; a los portones de los negocios no les cabe un papel más puesto que con cartones, cartulinas, colores, aparecen escritos nombres y números de teléfonos para solicitudes a domicilio.
Encontramos la barbería de Harold, quien empieza a concientizarse que debe cerrar. Dice que comprende que la gente ya no va a poder salir de casa, y tendrá que quedarse en los barrios. “Pero nosotros no tenemos ayuda del gobierno y necesitamos el empleo”, añade.
Los habitantes de calle se notan mucho más, y los empleados de los pequeños negocios no dudan en expresar su preocupación como es el caso de Nataly, quien trabaja en un local de venta de electrodomésticos, por la pandemia empezaron a vender productos de primera necesidad, pero por más que se adaptan, las ventas no encajan cuando se está en cuarentena.
“Nuestro temor es perder el trabajo. Nuestros hogares dependen del dinero que nos ganamos”, manifiesta.
Los propietarios de pequeños negocios siguen preocupados. Lo están aquellos autorizados para abrir pero que por las circunstancias prevén bajas ventas; y lo están quienes no pueden hacerlo porque sus negocios no hacen no hacen parte de las excepciones.